Su buena formación jurídica y teológica hicieron de
él un celoso pastor de la Iglesia universal.
Era circunspecto, humilde , generoso, circunspecto en la colación de
beneficios.
Era hombre de prolongada oración
, vida austera , algo que no cambió con su nombramiento. Rezaba el oficio
divino de rodillas. Cada día celebraba
Misa. También encontraba tiempo para predicar sus hermosas homilías y se le
veía frecuentemente en el confesionario
y oía confesiones en san Pedro como si fuese un simple párroco.
Su capacidad de trabajo era prodigiosa. Dormía poco y comía tan
escasamente que bastaban unos céntimos por día para su mesa.
Entraba minuciosamente en los detalles de cada medida que se le
presentaba, circunspecto en la colación de beneficios ,preparaba de su propia
mano las numerosas alocuciones, breves y constituciones después reunidas y
publicadas.
Aunque era de fuerte constitución más de una vez se hundió bajo el
peso de sus trabajos y preocupaciones, continuó manteniendo rigurosamente los
ayunos de la Iglesia, y generalmente no se concedió a sí mismo sino el descanso
más corto posible de sus labores.
Como Pontífice no contradijo sus principios. Otorgó los cargos de su
corte a los sujetos más dignos y ordenó a su hermano mantenerse a distancia y
abstenerse de adoptar ningún título nuevo o de interferir en asuntos de estado.
En el gobierno de los Estados de la Iglesia, Clemente fue un administrador
capaz.
Proveyó diligentemente a las necesidades de sus súbditos, fue
extremadamente caritativo con los pobres, mejoró la condición de las prisiones,
y aseguró la alimentación del pueblo en época de escasez. Conquistó la buena
voluntad de los artistas prohibiendo la exportación de obras maestras antiguas,
y la de los científicos encargando a Francesco Bianchini trazar en el pavimento
de Sta. Maria degli Angioli el meridiano de Roma, conocido como Clementina.
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